En la basílica vaticana, Francisco presidió la Misa Crismal, en la que el obispo y el presbiterio renuevan las promesas sacerdotales pronunciadas el día de su ordenación.
"Gracias, queridos sacerdotes, por sus corazones abiertos y dóciles; gracias por sus fatigas y sus lágrimas, gracias por llevar la maravilla de la misericordia de Dios a los hermanos y a las hermanas de nuestro tiempo".