En su alocución antes del Ángelus, el Papa advirtió que si anteponemos nuestras ideas y posiciones acabaremos adorando a alguien o algo que no será el Señor. De allí la invitación a imitar la humildad de los Reyes Magos que ricos, sabios y cultos se postraron ante el Niño de Belén para acoger la grandeza de Dios manifestada en la pequeñez.